
No estás.
Quién diría que tanta ausencia
pudiera existir entre nosotros.
Sí.
No estás.
Y por primera vez
ni desesperación ni asfixia
logran invadirme.
Cambio de oxígeno
como aquel recién nacido
que, pese al llanto,
logra asimilar otro mundo.
No estás
para saborear nuevos paisajes
me acompaña tu nombre
Y sé,
mientras despabilo telarañas o miedos,
que no estoy sola