lunes, 6 de diciembre de 2010



Dejo la puerta abierta. Necesito luz. A esta hora de la mañana me resisto a cualquier electricidad para poder mirar. De afuera, todo el que pasa no entiende. Peligro. Descuido. Mire que en la otra cuadra, ayer nomás… Mas voces, más fantasmas, más soledad incrédula a esta realidad que no deja lugar a dudas y sin embargo...

Dejo la puerta abierta. Necesito aire. Me niego a la burbuja de aire enchufado tan temprano, cuando afuera no. Demasiado calor del otro lado y adentro, otra ficción. No. Quiero aire y del que no depende de un control remoto.


Alguien se para frente a la puerta. Me ve y no sabe, no, no sabe qué hacer frente a una puerta abierta. Golpea? Tose? No. Mira. Lo que puede, mira. Doña, dice. 


(Por un momento, quisiera que hubiera pronunciado mi nombre. Hacerlo pasar y después de un mate cada uno, los dos sentados, preguntarle qué necesita. Para qué me necesita. Diciéndoselo a los ojos. Con la puerta abierta.)

El vuelve a hablar. Doña, dice. Entonces reacciono. No, no quiero medias ni ajo ni que me corten el pasto. No, no me animo.  Ni a preguntarle el nombre siquiera me animo. El pantalón le queda corto y la remera, grande. Él sí me mira de frente. Sin enojo me mira. Acostumbrado. 


(Yo escribo versos pero él los sabe de memoria y los recita sin pausa, como la gota que termina rompiendo el pavimento, así recita puerta tras puerta. Y sabe, parece que sabe como yo, que nada hay después de los versos.)

Doña, vuelve a decir. Algo que me dé.


Miro alrededor. Nada útil. Después lo miro fijo. Tengo un mate y tortitas con dulce de leche. Querés? No sé cómo pude. Algo vuela acá adentro del comedor que es tan chico y de la mañana que es tan grande. Él me mira. Se sonríe. No termina de creer. Yo tampoco y también me río. Dale, le digo, pasá. Descansá un rato antes de seguir. No, doña, deje, no importa. Algo rojo en el gris de la piel lo vuelve hermoso. Y la sonrisa. La sonrisa que no se le cae. La sonrisa que me ilumina y me oxigena por todos lados. La sonrisa que se queda conmigo revoloteándome adentro. 




Cuando se va, cierro la puerta. No quiero que nada me robe la magia. 

jueves, 19 de agosto de 2010



Podría tener una larga conversación privada con el dulce de leche. Sin intermediarios. Ni la excusa de la tristeza o el cansancio en el medio. Solo verlo me recuerda su necesidad. Así de cerca, así de cierto. No se me hubiera ocurrido pensar en él si no fuera por esta realidad de tenerlo enfrente. Inevitable y listo. Él me hablaría de mis recuerdos, de lo hermosa que estoy, que aún se acuerda de cuando yo, que siempre igual y que había estado pensando en mí porque. Todos los dulces de leche dicen lo mismo cuando se ponen nerviosos.
Yo le diría que se callara, que me dejara cerrar los ojos y abrir la boca, que se diera cuenta de los pocos segundos antes de alguna nueva interrupción, que dejara de hablar por favor, de traerme memorias de otra que tal vez fui hace 15 minutos, cuando todavía no lo había vuelto a ver así, tan a una cucharada furtiva de distancia. Le diría tantas cosas con solo mirarlo, que él, seducido, se ablandaría aún más de lo normal ante mi dedo invasor, mi dedo sediento, mi dedo goloso de él y nada más que de él en mi boca y nada más que en mi boca. Para entender que él existió siempre solamente para este momento. Para que yo en él y él en mí y qué me importa si el supermercado está lleno de gente y el repositor me mira de reojo y si hay un cartel en la góndola diciendo señora, basta, señora, que acá no se come, que lo que se come se paga.
Mientras, yo pienso que sí. Que podría tener una larga e interesante charla con este joven dulce de leche.

martes, 20 de julio de 2010

Diario de un poeta vencido



Tengo sueño. No molestes. Demasiado ya con este amontonamiento de ideas haciéndome ruido cuando intento cerrar los ojos. Dejáme. No ves que me estoy yendo. Afuera hace tanto frío como acá dentro. Si llueve o se inunda, si el hambre paró o cambió el gobierno. Nada de eso va a sacarme este cansancio que atraviesa. Alguien llora en alguna habitación cercana. Alguien que seguramente espera que me levante hacia el llanto, mueva mis brazos, consuele, diga algo, cualquier cosa. Que todo va a pasar. Que no es para tanto. Que a todos nos pasa y eso debería hacer que lo que te duele, duela menos. Sé que hay alguien que espera algo de mí y mucho tiempo, ese alguien fui yo. Pero ahora tengo sueño. Tengo el cansancio metido en la sangre y en los ojos. Las palabras se me pusieron frías de tanto cuidarlas. Y acá, como afuera, el frío no perdona ni sabe de explicaciones. Dejáme. Ahora sí me toca dormir con todas las palabras amontonadas en el estómago, punzantes en la memoria. No perdonan el silencio.


viernes, 25 de junio de 2010


Caminó. Siguió caminando. No se detuvo. Nada podía distraerlo ahora. Supo que esa sería su última oportunidad. No giró la cabeza. No cambió el paso. No tocó sus bolsillos. No respondió cuando gritaron su nombre. No. Sólo puso un paso adelante del otro. No podía sonreír. Quiso. No pudo. Ahora las voces las tenía adentro. También lo llamaban. Opinaban, reían, susurraban. Necesitó cerrar los ojos para espantarlas. Aún así no dejó de caminar. Algún día llegarían las respuestas. Por ahora, sólo necesitaba seguir la pista de esa pregunta al aire. La que nadie quería responder. Sólo seguir caminando. Aunque fuese por el borde de una pared. Encima de vidrio molido. Paso a paso. Con el miedo a cuestas. Con el suelo lejos. Con los golpes de los de abajo, palabras, ojos y juicios piedra, vidas de piedra, de los que quedaban a ambos lados de la pared haciendo puntería con su cuerpo. Su figura en lo alto. Él mismo como una bandera insoportable, solitaria. Y andante.

sábado, 19 de junio de 2010

Una de tres


Yo te dije, no podés
No se hace
todo a la vez
Una de dos:
o haces ruido
o miras televisión
Vos callaste tu canción
te reíste con los ojos
y me dijiste
NO
Salió NO de tu boca
y a mi el silencio me comió
cualquier razón
No, mamá
Sí, te insistí
Sí, Francisco.
Una de dos.
Vos te reíste de nuevo
al derecho y al revés
No, mamá.
Una de tres
No, Francisco
No se hace todo a la vez
Sí, mamá
Una de tres.
Vos sí podes

Yo te dije
Vos dijiste
Yo al derecho
Y vos al revés
Vos que no, mamá
Yo que sí, mi niño
Y así nos encontró la vida
tironeando cariño
en esta escuela puertas adentro
donde vos sos el maestro.

lunes, 26 de abril de 2010


Este es el tiempo de escribir para el tesoro.
De juntar chucherías de la vida,
guardarlas en palabras
y dejar que reposen.

Después vendrá el tiempo de inaugurar otras búsquedas.
De abrir el juego.
Después serán los tiempos de la delicia, de la sorpresa,
(esa que contaba algún libro leído allá y hace tanto… )
y el momento en que alguien quiera abrir el cajón,
saque al azar cualquiera de todos los misterios y entonces…

Entonces tal vez suceda

Ese día será cuando el tesoro vea la luz
y su sentido de existencia…

Entre tanto garabato de palabras
empolvadas de vida,
se irá dibujando en el aire,
la historia y la herencia.

jueves, 22 de abril de 2010


Necesito rescatar el derecho ancestral, secreto, sagrado. Mi derecho a gritarle al perro. A tirarle un vaso de agua al televisor. A vaciarme las manos de platos sucios. A romper el papel que trae mi nombre encadenado a números.

Tengo derecho a festejar un poco de alegría con serenata, humo, mate o almohada. Derecho a tirarme panza al sol, brazos atrás, ojos adentro. Derecho a no cargar maquillaje y sí papeles. Derecho a que un pañal, el agua hirviendo y la planilla, esperen.

Quiero mi derecho a desatarme la euforia, a no domesticarme los impulsos. Mi derecho irrenunciable a olvidarme las explicaciones, a dejarlas sueltas para que las atrape el que pueda y que entienda el que merezca. Necesito rescatarme este derecho, que es uno, que son todos, que son yo. Y una vez, por favor...


una vez, no pensar en nadie más.

lunes, 8 de marzo de 2010

el zapato que se rompe y no avisa
el auto sin nafta
y la rueda de la esquina
aplastada
el golpe de hambre y bebé lejos
llorándome el pecho
el golpe de sol sin sombra
el golpe de cansancio
y la burla de las balizas
que nadie ve

me arranca la piel esta velocidad
que me pasa por al lado
y por adentro

todotodotodo todo
se conjuga en un gran
Rezongo
que debería
explotarme de esta boca seca
de esta bronca vencida
de esta piedra caliente
donde estoy sentada

y sin embargo
no quiero
desperdiciar esta broma
muy demasiado para mí
que este día
y no otro
a mí
no a otra
quiso darme como anécdota
para que no lo olvide
para que no lo mate antes de tiempo
para que se vuelva eterno
este día
en esta increíble sucesión de errores
en este desequilibrio hermoso
que es
un cambio de planes

lunes, 25 de enero de 2010

Ella llora.

Yo la miro.

No puedo dejar de escucharla y sin embargo,
la miro

Me quedo quieta.

Me vé.

Sabe que estoy.

Tengo poco segundos para esta rebeldía.

Ella llora más fuerte.

Alguien vendrá a rescatarla

Y me nombrará mala madre.

martes, 19 de enero de 2010



Toda ficción es lejana. Absurda. Mentirosa
hasta que vemos sus huellas frente a nuestra ventana
Son su dedos los que tocan hombro indiferente y desconfiado.

Cuando gira la cabeza
(a veces con las ideas, la historia a medio decir
y las utopías para arreglar este mundo con humo, vino y dedo en alto,
las utopías dormidas)
ya es tarde.
Se te congela la palabra
el aire duele
la piel... la piel que no quiere

es que
la puerta, esta, la tuya
está abierta.

Entonces, aquella ficción,
fábula siempre de otros,
ahora, te mira de frente

Y no te deja
no
no te deja mirar para otro lado

viernes, 15 de enero de 2010




Hay manchas que no salen

"frustración" le llaman
a ese nudo de impotencia
y abandono
a esa manía inexplicable
de arrancar con la piel
si hiciera falta
eso
que no
que no debería estar
que desentona
que delata
que molesta


Hay manchas
que deben serlo


Hoy, una de ellas me observa

y soy yo la muda que no entiende
es ella la repulsión
por mi paisaje tan sucio
tan absurdo sin manchas

Hay manchas que se quedan
porque ahí está el secreto

Una mancha

una historia

El dolor renovado
eso que no debería,
me sostiene
para que no olvide
para que no esquive la mirada
para que cualquier ayer
sea cierto
y exista
y sobreviva
y me acompañe
en lo que soy
con todas mis manchas
encima

domingo, 3 de enero de 2010



Se van configurando las esquinas
con las opciones

Ayer estabas adentro
de tan cerca
mirando la gente
los otros que pasaban
sin abrir los ojos ni el alma
y nosotras del brazo
fabricando risa y anécdotas
para lustrar la vereda.

(Pero se quebró la calle
el piso, las paredes
y un techo gigante
se nos vino encima.)

Nació la esquina
Quedaste de un lado
Yo del otro costado
No hubo canción, juego
poema o sortilegio capaz de remediarlo

Somos ahora,
Esos, Los Otros
que no se miran
que no hablan
que siguen en la vereda
esperando que ese alguien pase
y salude
y soporte con uno, algo de tanto techo encima

(Se nos quebró el tiempo)

Ahora que te veo,
miro el hueco de mi brazo vacío
y entiendo
Nos nació una esquina
en el medio
Cuestión de opciones, me digo

(Pero se me hunde la historia
en el espejo
y no puedo mentirme:

Todavía duele...)

viernes, 1 de enero de 2010

Escribir para no perder la memoria
para recordar que se existe y es cierto
para espantar la angustia ladina que se me cuela
como un aire traicionero que petrifica ideas
para ponerle nombre y despertarla
a la propia, a la prestada
a toda angustia


escribir y sobrevivir
a tanto ruido de imágenes superpuestas,
a tanta soledad masiva de silencios muertos


escribir para volver a escuchar
la voz
en medio de la noche
a la mitad del alma