sábado, 26 de diciembre de 2009


No estás.
Quién diría que tanta ausencia
pudiera existir entre nosotros.
Sí.
No estás.
Y por primera vez
ni desesperación ni asfixia
logran invadirme.

Cambio de oxígeno
como aquel recién nacido
que, pese al llanto,
logra asimilar otro mundo.

No estás

para saborear nuevos paisajes
me acompaña tu nombre

Y sé,
mientras despabilo telarañas o miedos,
que no estoy sola