Alguien en mí decide mirar su atrás, todos sus atraces, todos esos inconclusos que no llevan nombre por tan difusos que aparecen así, fantasmales, permanentes, impávidos.
Y miro una lágrima vieja, cualquiera, que no me explica ninguna otra razón que la herida abierta.
Punzante memoria esta, con tanta sed de martillar resentimientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario