martes, 20 de julio de 2010

Diario de un poeta vencido



Tengo sueño. No molestes. Demasiado ya con este amontonamiento de ideas haciéndome ruido cuando intento cerrar los ojos. Dejáme. No ves que me estoy yendo. Afuera hace tanto frío como acá dentro. Si llueve o se inunda, si el hambre paró o cambió el gobierno. Nada de eso va a sacarme este cansancio que atraviesa. Alguien llora en alguna habitación cercana. Alguien que seguramente espera que me levante hacia el llanto, mueva mis brazos, consuele, diga algo, cualquier cosa. Que todo va a pasar. Que no es para tanto. Que a todos nos pasa y eso debería hacer que lo que te duele, duela menos. Sé que hay alguien que espera algo de mí y mucho tiempo, ese alguien fui yo. Pero ahora tengo sueño. Tengo el cansancio metido en la sangre y en los ojos. Las palabras se me pusieron frías de tanto cuidarlas. Y acá, como afuera, el frío no perdona ni sabe de explicaciones. Dejáme. Ahora sí me toca dormir con todas las palabras amontonadas en el estómago, punzantes en la memoria. No perdonan el silencio.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

"Las palabras se me pusieron fría de tanto cuidarlas"...
Qué ganas de abrazarte, de cobijarte, de contarte que yo también alguna vez...
Qué ganas de cuidarte un poquito, para que luego renazcas (como simpre hacemos)y sigas pudiendo cuidar a tus hijos, tu amor, tus palabras... en fin, tus bellezas.

Adriana Luna dijo...

gracias... que hayas tomado tiempo para leerme, es ese abrazo que necesitaba...necesitaba el mimo par seguir pedaleando...

mario dijo...

El abatimiento por la derrota es una tentación recurrente en el poeta.

Te invito a conocer mi blog desandare.blogspot.com

Saludos.